Vivir es arriesgarse, tener miedo es morir en parte




Hace muchos años en un reino muy lejano vivían tres jovencitos, cada uno de ellos tenía una cualidad que lo hacía diferente de las demás personas. El primero de ellos contaba con una voz celestial que lograba encantar a las personas y darle vida a las canciones; el segundo de ellos era muy hábil para interpretar cualquier tipo de instrumento musical, no existía quien lo superara y el tercero de ellos tenía la particularidad de arrojar fuego por sus ojos. 


Enterado de ello el rey del país convocó a estos jóvenes para que organizaran un evento para entretenerlo, ofreciendo un premio magnifico a quien lo impresionara y la pena de muerte para aquel que fracasara. Ellos a su corta edad regresaron a casa muy asustados y sin saber que hacer, todos se preocuparon por la pena que sufrirían ante un posible fracaso. 



Cumplido el plazo los tres se presentaron en palacio, el primero de ellos se presentó y cantó una maravillosa obra acompañado por el músico, mientras ellos se presentaban el tercer joven sintió tanto pánico que huyó sin dejar huellas. 



Él escapó sin darse cuenta que el rey era muy tolerante y a parte de todo muy impresionable; sus dos compañeros fueron nombrados ministros de palacio y cambiaron positivamente sus vidas. La historia cuenta que el joven se refugió en las montañas y que cada vez que el lloraba parecía que las montañas escupieran fuego. 



Es posible que en la cotidianidad nos enfrentemos a decisiones como esta, pero frente al caso presentado en la historieta y según mi parecer la cualidad del tercer muchacho era mas significativa que las otras; existen muchos músicos y cantantes, no todos tan buenos pero si hay mas de uno en su género, pero aquellos que tengan la posibilidad de volver fuego su mirada, eso no se ve comúnmente. 



El problema aquí es de auto confianza, aunque a todo el mundo pueda parecer impresionante lo que uno haga, mientras a uno mismo no le parezca que eso es valioso, pues no lo será. 



De uno cosa debemos estar seguros, “vale mas la imagen que uno haga de si mismo, que la que los demás tienen de mí”, porque la imagen de afuera hacia adentro motiva y enorgullece, pero la imagen proyectada de adentro hacia fuera motiva y exige. 



Los jóvenes de la historia se preocuparon por el posible fracaso y suele suceder en nuestra cotidianidad, que nosotros siempre pensemos en el posible error, falla, yerro y fracaso...pocas personas contemplan en medio de su panorámica un posible éxito, felicitada y triunfo. 



Las dos cosas hacen parte de la existencia, no siempre en la vida podemos tomar y tomar, algunas veces para tomar algo debemos dejar otra cosa... es triste abandonar o perder, pero es normal... para vivir un nuevo amor, hay que dejar otro atrás... para mejorar un empleo, a veces hay que dejar uno anterior...es el camino la posibilidad de ganar y perder solo están, depende de nosotros convertir el fracaso en victoria o lo contrario.

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