! UNA FE PARA TIEMPOS ADVERSOS !
Cuando Pedro solicita al Señor caminar sobre el agua, éste comienza a
hundirse y le suplica que lo salve, Jesús le tiende la mano diciéndole: qué
poca fe ¿por qué has dudado?.
Debemos reconocer que nuestra fe, como la de Pedro, se mueve entre el miedo,
la duda y la incredulidad; y a veces hay una gran distancia entre el creyente
que profesamos ser y el creyente que somos en realidad, no hay que sorprenderse
si descubrimos en nosotros dudas y vacilaciones, la búsqueda de Dios se vive
muchas veces en la inseguridad, la oscuridad y el riesgo.
La fe auténtica sólo aparece cuando hemos superado las dudas, por eso es
importante saber decir como Pedro: "sálvame Señor" como gesto de
suplica y manifestándole nuestra entrega confiada, la fe es un caminar sobre
las aguas con la certeza de encontrar esa mano que no nos deja ahogar,
experimentamos inseguridad, limitación cuando confiamos sólo en nosotros
mismos, pero todo cambia cuando en el fondo de nuestro corazón se despierta la
confianza en Dios, que nos brinda su mano para ayudarnos.
Es importante saber levantar hacia Dios nuestras manos, no sólo como gesto
de suplica sino también tenerlas como ayuda a nuestro hermano necesitado. Hay
que prescindir de nuestras seguridades para poder caminar en medio de la
tempestad, seguros que Jesús nos brinda su protección y amor.
Creer cuando todo está bien resulta sencillo y hasta innecesario, pero es la prueba la que nos pone frente a la verdadera dimensión nutritiva de la fe, acudimos a Dios por trivialidades y no buscamos de Él aquello que puede salvarnos en el sitio que más lo requerimos.
Necesitamos experimentar una fe renovadora y renovada, puesta en los ojos del Señor que nos da la fuerza para caminar por aguas turbulentas y nos anima a continuar cuando todo lo demás no lo impide.
Pidamos fortaleza para nuestra fe, esa que nos permite sobreponernos y creer contra toda creencia... esperando contra toda esperanza.
Comentarios
Publicar un comentario