“Una cuestión de... mente”




Reside en nosotros la capacidad para construir y destruir, es una simple y gran realidad, lastimosamente no es algo que hayamos decidido asumir en su verdadera dimensión. 

Casi todos nos quedamos en la dimensión física del hombre, pero a veces queremos desconocer que nuestro físico responde a un ordenamiento mental que iniciado en el cerebro se materializa por medio de nuestra corporeidad. 

Sí, somos lo que procesamos en nuestra mente y de ahí surgen todas nuestras posibilidades... es de esta forma que nace nuestra potencialidad. 

Pero, ¿cómo podemos proyectar nuestra realidad mental hacia afuera?. Lastimosamente confundimos términos que resultan el principio de todo nuestro procesar mental. 

Vamos a empezar: ¿qué es pensar? ¿qué es meditar? ¿qué es reflexionar? ¿qué es discernir?. A veces pretendemos entender cada uno de estos términos como lo mismo, o lo que es peor como algo diferente; no es de esa forma, en este caso los tres hacen parte de un mismo proceso mental y cada uno pertenece a una etapa del proceso ya mencionado. 

Pensar: es el proceso natural por el cual nuestro cerebro procesa todas las informaciones, que recibidas por nuestros sentidos son estímulos para nuestro sistema nervioso. Meditar: es un proceso detallado en el cual nosotros mismos comparamos posibilidades, o sea en donde nuestros principios miden con nuestra razón cada uno de aquellos estímulos percibidos. Reflexionar: vendría a ser la proyección de dichas medidas, mejor dicho es proyectar o reflejar hipotéticamente aquello que se ha medido en el pensamiento. El discernimiento es la conclusión de todo el proceso, es definir detenidamente a partir de nuestra meditación y reflexión, optando por aquello que se consideró como mejor o apropiado. 

Constantemente pensamos, pero no siempre seguimos aquellos pasos que perfeccionan nuestro proceso de pensamiento; meditar, reflexionar y discernir son en conjunto, nuestra mente en acción en torno a un estímulo real. 

No siempre ante las decisiones importantes de nuestra vida realizamos un proceso mental que asegure la toma de las mejores posibilidades, esto es grave ya que de esta forma nos tomamos la vida trivialmente. Cuantas veces sucede que “pensamos... si pudiera regresar el tiempo atrás y volver a decidir...“ -pero el tiempo no se devuelve- 

Científicamente debemos reconocer que nuestro cerebro cuenta con ciertas posibilidades que ya determinadas en nosotros nos impulsan a decidir de una u otra manera; podría decirse que hay esquemas que determinados implícitamente en nuestro cerebro nos permiten optar en fracciones de segundos. Aquello podría reconocerse como una lógica en el comportamiento de nuestras reacciones cerebrales que marcan una manera natural en nuestra forma de actuar. 

Pero más allá de aquellas condiciones naturales determinadas en nuestro sistema nervioso central, existe el razonamiento, que es el proceso que determina nuestros procesos mentales; es en él donde se encuentra la clave del buen actuar que trae como frutos el éxito y la felicidad. 

Debemos generar la sana costumbre de encadenar nuestras actitudes mentales en el desarrollo del pensamiento; en un sentido práctico entender que cada uno de nuestros procesos suscitados en el cerebro depende de cada uno, debemos realizar por completo y frente a todas las circunstancias definitivas de nuestra vida un proceso sano y detenido en el nivel mental... siguiendo cada uno de sus pasos: meditar, reflexionar y discernir... 

Es cuestión de... mente

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