LOS SERES VIVOS Y LA SEGUNDA LEY DE LA TERMODINÁMICA
Entropía
es la medida del desorden, el equilibrio y la estabilidad de cualquier sistema.
La entropía está sujeta a una
trayectoria de transferencia específica, la cual siempre ocurre de mayor a
menor. Por ejemplo, el equilibrio de un sistema siempre será transferido hacia
otros sistemas con menor grado de equilibrio.
Un sistema ordenado, o altamente
organizado, se encuentra en desequilibrio térmico, mientras que un sistema
desordenado se encontrará en un mayor equilibrio térmico. Esto quiere decir que
la energía de un sistema en equilibrio será la misma en cualquier fracción de
su volumen o del espacio de fase en el que se encuentre dicho sistema.
Por ejemplo, al preparar una gelatina
comestible usamos agua caliente para disolver el polvo formulado. Cuando el
polvo de gelatina se disuelve en el agua caliente, sus moléculas se dispersan
aleatoriamente en el volumen del agua caliente. El sistema constituido por el
polvo de la gelatina pasó de un estado ordenado a otro menos ordenado (el flujo
siempre será desde un estado de mayor a menor). Sin embargo, el desorden
molecular en el sistema gelatina aumentó, y ésto podría hacernos pensar que el
agua perdió entropía, pero no es así, pues el desorden del agua fue transferido
a la gelatina. La entropía nunca puede deshacerse, sólo transferirse. Cuando la
gelatina se enfría, el excedente del calor se transfiere al medio ambiente y la
gelatina sufre una transición de fase cuando se solidifica. Al reordenar sus
moléculas por la solidificación, la gelatina gana orden y pierde equilibrio, o
sea que la entropía del sistema es transferida al entorno. De esta manera, no
hay déficit en la entropía global ni violación de la segunda ley de la
termodinámica.
La contraparte del equilibrio de un
sistema es el desequilibrio, que es cuando un sistema sufre un déficit o una
ganancia en la transferencia de energía hacia y desde el Universo. Por ejemplo,
un ser vivo se encuentra en desequilibrio térmico, pues realiza intercambios
activos de energía con el Universo, existiendo una diferencia en el estado de
energía a favor del individuo, siempre y cuando ese sistema esté vivo y que el
entorno se encuentre en un estado de mayor desequilibrio térmico (que exista
suficiente energía disponible).
Cuando el sistema está en equilibrio térmico,
el intercambio de energía de ése sistema con el Universo estará oscilando entre
un mínimo y un máximo, hasta que el sistema se desintegre. Cuando un ser vivo
muere, se dice que alcanza un grado mayor de equilibrio térmico.
La estabilidad se refiere a un cese en
los intercambios de energía entre un sistema y el Universo, o del Universo con
el falso vacío que lo rodea. Por ejemplo, cuando toda la energía disponible
para intercambios haya migrado al campo gravitacional, no existirá más energía
disponible para que se realicen intercambios, de tal forma que todo el Universo
será estable, sin cambios (Muerte Térmica del Universo).
Cuando un sistema se encuentra en un
campo de mínima densidad de energía, se dice que es estable, pues la poca
energía que pueda encontrarse en ese campo no estaría disponible para ser
transferida a ese sistema.
Con respecto a los seres vivos, muchos
autores describen la transferencia de entropía sólo en una dirección, haciendo
parecer que los sistemas vivientes violan la segunda ley de la termodinámica.
Sin embargo, en los biosistemas no ocurre pérdida de entropía, sino que los
biosistemas se encuentran en una etapa intermedia en la transferencia de
entropía desde y hacia el entorno. El sistema viviente reduce su entropía, pero
la transfiere hacia el Universo, de tal forma que la trayectoria de la entropía
siempre será en forma ascendente.
La Entropía es la ruta del tiempo
(flecha del tiempo). Esta ruta se mantiene en una sola dirección, siempre de
menor a mayor. La función de la entropía es directamente proporcional al
tiempo: A menor edad del Universo, menor entropía; a mayor edad del Universo,
mayor entropía. No puede ser nunca al revés.
Por ejemplo, un sistema viviente tomará
energía del cosmos para mantener cierto grado de organización estructural.
Aparentemente el sistema está violando la segunda ley de la termodinámica, pero
si analizamos el flujo de la entropía en ambos sentidos, veremos que no existe
tal violación. Al mantener su organización estructural ordenada, el biosistema
está transfiriendo desorden al Universo, por lo cual, el desorden (mayor
entropía) es transferido desde un sistema con mayor desorden (biosistema) hacia
otro con menor desorden (Universo).
Siempre que pensemos en el Universo,
debemos pensar que éste es un sistema en desequilibrio, con alta densidad de
energía, inestable (con menor entropía). El Universo, sin embargo, tiende hacia
el equilibrio térmico, hacia la estabilidad, y hacia la reducción en la
densidad de la energía por homogeneización. Los sistemas ordenados observados
en el macrocosmos, son simplemente estadios intermedios en esta
macro-transición de fase del Universo hacia el máximo nivel de equilibrio
térmico.
Con respecto al desequilibrio de los
sistemas, ocurre exactamente lo mismo, el desequilibrio térmico se transfiere
desde Cosmos hacia el biosistema, o sea, de un sistema en un estado de
mayor desequilibrio térmico hacia otro sistema en un estado de menor
desequilibrio térmico. Siempre de mayor a menor.
Mientras que el biosistema se encuentre
en un campo con la densidad de energía adecuada, la energía siempre fluirá
desde un estado de mayor densidad hacia otro estado de menor densidad de
energía. Cuando no exista diferencia entre los valores de densidad de energía
de los campos, el sistema global conocido será estable y el piso de la curva
del estado de la energía será plano.
Cuando el biosistema muera, la
fluctuación en la ruta de transferencia de entropía cesará y la trayectoria
ordinaria se restablecerá, para que el biosistema alcance un mayor nivel de
entropía.
Por ejemplo, un sistema inerte (no vivo)
adquiere desorden del Universo, en cambio, un sistema viviente lo transfiere al
Universo. El sistema inerte tiende a permanecer en cierto estado de equilibrio
térmico: en cambio, el sistema viviente tiende a mantenerse en cierto estado de
desequilibrio térmico. Un sistema inerte no tiene la habilidad de forzar el
flujo de energía ordinario, sino que lo adquieren espontáneamente; sin embargo,
los sistemas vivientes poseen la habilidad de capturar la energía del Universo
para crecer, reproducirse y evolucionar.
La capacidad de los biosistemas para
producir una perturbación cuántica en el flujo ordinario de la entropía se
llama vida. La capacidad para generar dicha perturbación depende de
la energía disponible en el campo ocupado por los biosistemas y de un estado de
menor entropía del Universo. El campo en el cual se encuentran situados los
biosistemas se llama campo biótico.
Los biosistemas primitivos adquirieron
dicha capacidad mediante la colisión de partículas pesadas efímeras contra la
materia ordinaria durante la formación de los sistemas solares.
La lección de todo esto
es que podemos crear entropía, pero no podemos revertirla. O sea que, podemos
conseguir que un sistema viviente pierda su organización, pero no podemos
reorganizarlo por ningún medio técnico conocido.
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