Un centro educativo no es solo un lugar de trabajo

Un centro educativo no es solo un lugar de trabajo, es una unidad básica de formación e innovación, desarrolla un aprendizaje institucional u organizativo, al trabajar juntos todos aprenden de todos, se comparten logros profesionales y personales, desde las dificultades y problemas hasta las soluciones y enseñanzas que de ellos se derivan. Por ello con la colaboración de pares, al escuchar, compartir, debatir y departir se puede optimizar el proceso de adquisición de conocimiento, proyectándose a la construcción de una comunidad de aprendizaje.

En efecto, solo cuando los maestros están continuamente pensando, con disponibilidad de aprender y abrir su pensamiento a nuevas experiencias para mejorar su práctica, es cuando descubren en el colectivo humano la posibilidad de mejorar el aprendizaje de los estudiantes.

Max Weber, nos propone un concepto del cual parte una reflexión sobre la escuela como organización burocrática, definiéndola como una forma eficiente y racional para organizar el trabajo secuencial del proceso para adquirir el conocimiento.

Desde esa perspectiva nos propone observar cómo la escuela se definió como el proceso de células aisladas con una mínima estructura y por ende un desajuste donde los mecanismos de integración y cooperación del conocimiento colaborativo son escasos.

Asía las cosas, nos proponen pensar los centros escolares como organizaciones formales, burocráticas al servicio de la consecución de unas metas definidas.

Por otra parte se propone una nueva visión frente a la imagen de la organización burocrática, tratando de motivar un cambio cultural para hacer de las escuelas un nuevos espacios colaborativos, en que sus paradigmas se sustenten en los valores que coadyuven en el mejoramiento continuo de la escuela como organización que aprende, pero aprende desde una base social solidaria, sustentando el trabajo en equipo como fundamento del proceso de construcción e interacción del conocimiento.

En el mismo sentido encontramos una nueva propuesta educativa, donde los actores dejan de ser actores e interlocutores pasivos, para convertirse en protagonistas en constante interactividad, partiendo desde la experiencia del otro, para evolucionar a la experiencia colectiva que permite avanzar más eficientemente en el compartir conocimiento para construir conocimiento.

Los conceptos deben cambiarse, ya que la necesidad humana evoluciona y la escuela como expresión de la vivencia de la humanidad, no puede quedarse relegada en el pensamiento de una nueva sociedad.

Desde la idea de un alumno a la espera de una transmisión de información, que debería almacenarse, pasamos a la idea de un estudiante, alguien más activo que no sólo espera la información, sino que la puede conseguir de manera autónoma, hasta que llegamos a la percepción de los aprendices, quienes representan una presencia más activa en el proceso de adquisición, asimilación, uso e interacción de la información convertida en conocimiento.

La organización que aprende desde un trabajo en equipo, que produce conocimiento colaborativo, es un espacio privilegiado donde la motivación, el estímulo colectivo permite la generación de aprendices interesados en la búsqueda constante del saber, pero un saber activo, que evoluciona, se usa y proyecta en beneficio propio y comunitario.

En el sentido más preciso del concepto de una escuela constituida como una organización que aprende, es necesario concebir los diferentes procesos humanos tendientes a conseguir aprendizajes, como un  todo. Así las cosas no podemos reducir el aprendizaje organizativo como el conjunto de aprendizajes individuales, aún, cuando sean parte importante del aprendizaje conjunto.

En el momento en que una escuela coordina el conocimiento individual y los procesos organizativos del aprendizaje, capitalizando al máximo su potencialidad y cooperación, podemos iniciar la construcción o transformación de la escuela tradicional y burocrática, en una organización que aprende, de manera colectiva y colaborativa.