¿En qué consistió mi propuesta?
En
desarrollar clases de entorno afectivo, convivencias, charlas motivacionales y
de diagnóstico relacional con los jóvenes del grado décimo, permitir a los
estudiantes desenvolverse en un entorno amable, esa amabilidad desde la visión
de Juan Bosco “amor por lo que ellos aman, para que ellos amen lo que nosotros
amamos” (Sistema preventivo, 1815-1888). No tomando la espiritualidad cristiana
como exclusiva vía pedagógica, pero si asumiendo el amor como herramienta para
la enseñanza según lo planteado en su experiencia como educador en Italia en el
siglo XVII.
LA CLAVE
EN ESTO ES…:
1) Una actitud de acogida, bienvenida y sonrisa, ¿cómo generar
más afectividad en medio de las experiencias de soledad, abandono que ellos experimentan?
2) Pedagogía relacional en el grupo, para que
encontrándose con los compañeros, descubran el valor de los demás en su proceso
educativo y así mismo entiendan su propio valor, usando como vehículo el
desarrollo de trabajos académicos con actitud colaborativa, facilitando en el
encuentro con el otro para observar de manera crítica la problemática de sus
familias.
3) Lectura crítica, de materiales escolares y de su propia vida, para el
aprendizaje efectivo no sólo de contenidos escolares, sino de competencias
vitales para confrontarse con la realidad social y humana.
“Abrazar para pensar, escuchar para aprender”
Desarrollo
del proyecto del abrazo en la práctica educativa, como elemento de
resignificación de mi práctica, como elemento constructor de nuevos lasos entre
el docente con los estudiantes y las actividades escolares, acompañando a los jóvenes en la construcción
de una nueva percepción de vínculos emocionales y la necesidad de educarse en
el contexto que nos ha correspondido vivir, sin quejarse y victimizarse más
allá de la aceptación de los hechos reales, pero asumiendo una postura crítica,
para poder confrontar su propia realidad y esforzarse por cambiarla desde su
proceso educativo formativo, sentirse valorado en el aula, y así experimentarse
amado por su entorno escolar para poder experimentar el afecto como herramienta
para la construcción de un conocimiento que transforme su vida.
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