La oportunidad siempre ha estado ahí…
La oportunidad siempre ha
estado ahí…
Encuentro consigo mismo “Frente al espejo”
Luego
de varias etapas del taller, llevé a los estudiantes a un espacio del colegio
que poco usamos: el lago; debo caracterizar que la institución tiene un hermoso
sendero ecológico, un lugar para encontrase con la naturaleza y consigo mismo.
El
taller en esta ocasión tenía como fin observar el espejo de agua y poder
liberarse en él de algunos pensamientos y sentimientos negativos, he notado
particularmente, que los estudiantes muestran una nueva actitud hacia la clase
y sobre todo hacia la propuesta de reflexionar personalmente sobre algunos aspectos
importantes en su campo vital.
Mirando
al lago deben preguntarse por algún aspecto de su vida por el cual deben
liberarse, algunos hablan de la necesidad de liberarse de la ira, la pereza, la
soledad, entre otras, sensaciones que les producen malestar y que desde mi
punto de vista les afectan su desempeño escolar.
Se
les pide posteriormente pensar en un compañero de curso muy apreciado y
proyectar un mensaje en un papel donde se le exprese la manera en que se le percibe,
como persona, compañero y amigo…
Luego
de un espacio de silencio, se les pide abrazar a esa persona y expresarle que
puede contar con su amistad. Igualmente se les pide que le entreguen el símbolo
del papel para que puedan reflexionar cómo se sintieron frente al abrazo que
les ofreció su compañero.
Percibo
de alguna forma que mis estudiantes han experimentado cierto crecimiento en lo
humano alrededor de estas prácticas pedagógicas y me expresan notar un cambio
en su profesor.
Un abrazo que diga un poco más.
En
el proceso adelantado, veo que con cada taller y cada clase desarrollada dentro
de mí percepción resignificada de educador, he logrado abordar elementos de la
vida de los jóvenes que estaban siendo dejados de lado por mí y que sin duda
afectan su vida escolar y personal.
“Tal como se
dijo, el educador trabaja con sujetos reales, con individuos, quienes, a
semejanza suya, poseen experiencias, sienten, necesitan, desean, creen y
sueñan”
Mi
análisis personal me lleva a concluir que en el proceso educativo estamos
dejando de lado el aspecto humano, creemos equivocadamente que somos muy
distintos a los estudiantes, que ellos son parte de nuestro mundo simplemente
como sujetos, invitados pero no participes de las potencialidades de los nuevos
desarrollo educativos; por otro lado, la exigencia de novedosas tecnologías y
métodos cambiantes, frente a la sociedad moderna que exige nuevas formas de
actuar la educación, viene apartando lo humano de lo educativo, algo que es un
error; porque formar es el acto más humano que podemos hacer los unos por los
otros y en ese mismo sentido, cada integrante de la comunidad educativa no
puede ser un convidado de piedra frente al quehacer de la escuela, todo lo
contrario, somos todos y cada uno de nosotros protagonistas del más sencillo de
los detalles, que por ser sencillo que parezca es elemento fundamental del
crecimiento del niño y el joven en medio de lo teórico.
En
este orden de ideas, la humanización educativa implica recargar de emociones el
diario vivir de los niños y las niñas en la casa, igual que en el entorno donde
se encuentra ubicada nuestra institución, porque bebemos del contexto y
retribuimos a él nuevas personas, interesadas no solo por la producción o la
productividad, sino individuos dispuestos a amar lo que hacen y entregarse por
su comunidad para que todos prosperen.
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