Todos creemos, creímos y volveremos a creer…
Cada
día que transcurre en la sociedad tenemos la oportunidad de creer y de perder
las ilusiones en las oportunidades y las personas en las cuales confiamos en el
pasado; al mismo tiempo tenemos la oportunidad de decepcionar a otros para
causar en ellos la misma dolorosa situación que nos hace sentir frustrados.
El
camino está lleno de decepciones y de ilusiones, muchos de nosotros caminamos
sin ver más allá de nuestros propios deseos y sentimientos; en el correr de
nuestros días con las limitaciones crecen también los sueños por convertirnos
en alguien mejor de lo que ahora somos superando aquello que antes nos causaba tristeza.
No
siempre las cosas ocurren como lo planeamos y mucho menos cuando dichas
situaciones dependen de otros; confiar más en los demás que en nosotros mismos
nos hace dependientes de elementos que no podemos controlar. Muchos, hoy día,
están dispuestos a usarnos y otras veces nosotros estamos dispuestos a usar a
otros como trampolines para crecer olvidando a quienes nos sirvieron como
escalones en diferentes campos de la vida.
La
ley de la cotidianidad actual nos dice que todos estamos en una línea de supervivencia
que nos hace proclives a servirnos antes que servir, situación que nos hace
engañar y sentirnos engañados.
Luego
de muchos desengaños hoy puedo decir que la gente debe aprender de cada
experiencia, confiar es indispensable para continuar nuestra vida en medio de
los demás, pero la máxima expresión de la confianza debe depositarse en sí
mismo, ya que todos los que ahora pueden, lo harán primero para ellos y luego
si es que queda… lo harán por los demás…
Cuando
un ser humano sabe para dónde va, el mundo entero le abre paso, diría el
filósofo Horacio, dicho mensaje implica una gran dosis de autoconfianza, ya que
para afrontar todos los retos que la vida nos impone es imprescindible partir
de nuestra potencialidad, haya o no, ayuda de quienes nos rodean.
Creo
sin duda en la solidaridad humana, pero cuando el individuo deja su futuro en
manos de los otros deja de ser feliz para convertirse en un mendigo material o
emocional, que gusta de victimizarse para conseguir sus objetivos por medio de
los demás y a la postre no lo logrará.
Antes
de preguntar por lo que los demás pueden hacer por ti debes reflexionar si eso
lo has hecho por ti mismo y por otros en circunstancias parecidas… si la
respuesta es positiva mereces la colaboración de tus amigos, pero si la
respuesta es negativa deberías olvidar la supuesta deuda moral que el mundo
tiene contigo y empezar a esforzarte por tu propio medio.
Una lección de todo esto
es que podemos ilusionarnos, pero no podemos esperar que los otros hagan por ti
lo que no haces por ti mismo. O sea que, podemos conseguir lo que soñamos, pero
no podemos esperar mucho de otros, más aún, cuando ellos ya tienen lo que se
propusieron conseguir.
¡Esfuérzate
por construir…! recuerda que: “… a todo el que tiene le será dado, y tendrá en
abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.” Mt 25,29.
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